Detesto la pata coja en las mesas de café. Aquí estoy tambaleando con mi taza de té, el murmullo del televisor sobre mi cabeza, un mozo picando hielo y yo soportando un cuerpo de deseo a dos mesas de mi.
Miro las gentes desde la vidriera y no me cansaría en observarlas por horas, por días, casi eternamente. Tengo este alma de espectador, de vouyer.
martes, 27 de marzo de 2007
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