miércoles, 6 de junio de 2007

Allí, donde la mirada espanta II

Hiciste seña a un taxi. Una milésima de segundo después, me miraste. Yo venía observandote desde la otra cuadra, por la 24, de esta San Miguel de Tucumán fría. Tu cuerpo de chub. El taxi se detuvo con el motor en marcha. Tenías que subir al coche. Volviste a mirarme. Sé que dudaste. Tu mirada no mentía. O tomabas el taxi o seguías caminando hasta hacer coincidir nuestros rumbos. Pero tu mano ya estaba en el picaporte. Yo crucé la calle para caminar por la vereda paralela al asiento del acompañante del taxi, el lugar que elegiste al entrar. En el momento que nos cruzamos (el taxi y yo, y vos dentro del taxi) te sonreí y vi tu perpleja expresión en tu rostro. Tenías una dulce barba entrecana. No pude expresar tus ojos. Sé que me los arrojaste y me golpearon. Tu seguiste el rumbo a no sé donde, por la vía contraria. Yo me olvidé por las calles.

1 comentario:

tácito dijo...

Cuanta expectativa! por qué no cerciorase y llevar a cabo? o es que hay mayor placer en el preámbulo? Yo ya me hubiese cogido a ese barbero!