sábado, 12 de mayo de 2007

El barbero III


Esta vez, como había muchos clientes después de mi, no perdí la ocasión de observar el cuerpo del barbero mientras me rebajaba la barba. En todas las ocasiones que estuve en la barbería, siempre me tocó estar a solas con él y no podía (por vergüenza) espiar su cuerpo a través del espejo. Con los clientes esperando a nuestro alrededor, mi libertad para observarlo es amplia y deliciosa. Su cuerpo me genera una sed en los ojos. Su cuerpo robusto es sabroso. Codos duros, vellos oscuros, delicados, barriga férrea, redonda, la sospecho suave como una mejilla. Le hable de las comodidades de una barba recortada. Una de ellas es la comodidad para besar. Él se rió de forma franca y espontánea. Creo sentirme satisfecho por ello. No quise más.